

Caspar David Friedrich me fecit (1824)


Este genial exponente del barroco francés, Georges de la Tour, trató el tema no menos de tres veces. A la del espejo se la conoce también como Magdalena de Fabius, la de la flama humeante es la Magdalena de Terff, en tanto que a la de las dos flamas se la llama también la Magdalena de Wrightsman.
No es casual. A un artista que se dejó, toda su vida, embrujar por el encanto monocromático del tenebrismo, no le podían pasar desapercibidas las cualidades de dramatismo interno que encierra la meditabunda joven.
Muchos artistas se enfocan en el hecho de que María Magdalena es una penitente entregada al sufrimiento y la aflicción, pero otros tantos, en cambio, ponen énfasis en su extremada melancolía, pues la batalla que sostiene es interna, interno el drama.
Existen hoy en día disputas entre los historiadores, en torno a la identidad de esta mujer (al parecer la prostituta arrepentida, la hermana de Martha y Lázaro, y la joven que seca con sus cabellos los pies de Jesús, son tres personas distintas, fusionadas en un solo personaje en tiempos del papa Gregorio el Grande).
Como sea, lo importante es tomar aquello que arroje luz al espíritu, aunque se trate de una luz mortecina, melancólica y sutil.