Haga esto el intrépido que se aventura en este abismo de reflexiones: buscarse un calendario que, entre otras cosas, le haga conocer los ciclos de la luna y, llegada la luna nueva, acometer un proyecto nuevo. Al rededor de quince jornadas después, hallándose el proyecto en su madurez plena, estará la luna henchida en toda la majestad de su redondez. En lo que esta luna espléndida se avecina a su propio sueño (ítem, va decreciendo), tiempo habrá para perfeccionar lo que hubiere menester, pasando así de una madurez impulida a una consumación impoluta. La siguiente luna nueva conocerá la cosecha de un proyecto llevado a efecto, lo mismo que el germen de un proyecto nuevo.
Así se conducen los indios que habitan desde el norte de México hasta el Canadá.
domingo, 29 de marzo de 2009
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