martes, 31 de marzo de 2009

Sic transit gloria mundi


"La Muerte" del conjunto
"Los Novísimos" o "Las Postrimerías de la Vida"
Joseph Thaddäus Stammel me fecit (1760)

Allá en Admont (el monte Ad, en Austria) se erige, soberbia, la abadía benedictina de San Blas, cuya biblioteca alberga cuatro estatuas de José Tadeo Stammel. El conjunto se llama "Las Postrimerías de la Vida" y está comprendido por la Muerte, el Juicio, el Infierno y el Cielo. Vemos aquí la Muerte, entre los vetustos manuscritos y volúmenes que abrigan en su seno los tesoros de la humanidad: su ciencia.

Son los libros, entre otras cosas, arcas en las que esconde el hombre aquello de lo que teme desprenderse, aquello que pretende conservar y aquello que moriría de ver perdido. Las letras constituyen, empero, una espada con filo a entrambos lados, puesto que, si otrora tuvimos un destello de iluminación y generamos ideas novedosas y edificantes, no bien las plasmamos en tinta se aquietó nuestra alma. Mientras permanecían sin haber sido escritas, el espíritu las rumiaba y las hacía evolucionar y adaptarse a las veleidades del devenir de la existencia, en tanto que, al ser encerradas en dictámenes encuadernados, esas hermosas y fructíferas ideas se convirtieron en sentencias irrevocables y monumentos que con el tiempo corren el peligro de enmohecerse hasta perderse en el olvido.

Ya lo sabían los griegos, que urdieron trágicas fábulas en su mitología para ilustrar los peligros de la palabra escrita, y acaso lo sabían Jesús y Sócrates, quienes desecharon la idea de plasmar en caracteres sus discursos, de cuyas palabras sólo conocemos lo que escribieron Platón y los evangelistas.

¡Oh, maldición; oh, espejo de la fugacidad y el deseo, inalcanzable, de permanecer, de ser inmortalizado! A esta pobre y efímera raza se le ha condenado a ser consciente de la ligereza con que ha de transcurrir su paso por el mundo. Escribamos filosofía y poesía, y bebamos de su balsámico elíxir, gozándolo en tanto nos resta aliento.

Sic transit gloria mundi (así pasa la gloria del mundo)

domingo, 29 de marzo de 2009

Los ciclos de la luna

Haga esto el intrépido que se aventura en este abismo de reflexiones: buscarse un calendario que, entre otras cosas, le haga conocer los ciclos de la luna y, llegada la luna nueva, acometer un proyecto nuevo. Al rededor de quince jornadas después, hallándose el proyecto en su madurez plena, estará la luna henchida en toda la majestad de su redondez. En lo que esta luna espléndida se avecina a su propio sueño (ítem, va decreciendo), tiempo habrá para perfeccionar lo que hubiere menester, pasando así de una madurez impulida a una consumación impoluta. La siguiente luna nueva conocerá la cosecha de un proyecto llevado a efecto, lo mismo que el germen de un proyecto nuevo.

Así se conducen los indios que habitan desde el norte de México hasta el Canadá.

sábado, 28 de marzo de 2009

Vánitas


"Vánitas vanitatum, et omnia vánitas"
(Vanidad de vanidades, y todo vanidad)

Pieter Claesz me fecit, 1630


jueves, 26 de marzo de 2009

Gnoti seauton (Conócete)

Venga la noche hechicera para que pueda sondear los abismos de mi alma y, así, acaso los del alma del universo. Vengan el sopor y la neblina a inundar el espíritu anhelante e inquieto, para que se pueda abandonar. “Conócete a ti mismo” dijo el antiguo, a lo que pudo haber agregado que, de conseguirlo, habrías conocido también todo lo que menester hubiese de ser conocido, cuanto ronda en derredor, cuanto palpita, cuanto exige una conciencia y un obrar. Venga la noche plácida y apacible, que de tal sueño se ha de tornar siendo alguien más cabal y más entero, por entero nuevo.

martes, 24 de marzo de 2009

La luz inherente a las sombras

Y he ahí que en medio de las tinieblas mora la luz, esa luz que busca el sabio: la luz que tiene oculta en sus entrañas. Así, en la penumbra del mundo y en la serenísima noche es donde con más avidez se le ha de buscar, o mejor aún, donde se le halla sin haberse siquiera lanzado a la zaga. Destellos nacidos de entre las sombras, iluminación de De Profundis, he ahí la luz en que me ansío bañar.

lunes, 23 de marzo de 2009

El craneo que sostiene Hamlet en la mano

Todo lo que vive en esta tierra ha de llegar irremisiblemente a un fin, todo es efímero. Digamos mejor: todo ha de dormir, y como la diosa Erda, que halla su protosabiduría en el sueño, todo lo que duerme deberá forzosamente encontrarse con sí mismo y hallar lo que sea que busca. Mirar a la muerte y encararse con ella es hermanarse con la propia condición, y quien así opera, a sí mismo se llega a conocer.

domingo, 22 de marzo de 2009

El jardín de los durmientes

He aquí el remanso sereno en cuyas aguas pueden abrevar los que buscan perderse en la noche de los tiempos. Cada cosa en su tiempo y momento y cada suspiro en su lugar.